Artículos - Historia

POR LOS REMOS LO SABREMOS

POR LOS REMOS LO SABREMOS

Revista Remo, Revista oficial de la Federación Española de Remo
núm.100, octubre 2010

Evidentemente, el origen del remo en sí se pierde en la noche de los tiempos, ya que desde el momento en que el hombre descubrió que ayudándose de una rama de un árbol podía gobernar el tronco sobre el que estaba subido, podemos decir que se inventó el remo. Y una consecuencia de ello es que al haber nacido en distintos lugares son muchas las formas de remar, así como también son muchos los tipos de barcos que utilizan o han utilizado este medio para propulsarse, dependiendo de las necesidades de cada uno de ellos: comercial, guerrero, deportivo, etc.

Como hemos dicho, para impulsarse y no quedar a la deriva, primero echó mano del remo (hasta que descubrió que la fuerza eólica podía impulsarlo con menor esfuerzo y mayor efectividad) y luego descubrió la manera de llevar la embarcación hacia donde quería e inventó el timón. Pero aparte del gobierno, el hombre fue encontrándole, a este medio de transporte, nuevos usos, como el paseo, la pesca, la guerra y últimamente el deporte.

De ellas, el tipo más primitivo fue el monorreme, de una sola fila de remos, y de la que han evolucionado todas las demás. Si bien primero su uso fue exclusivamente de subsistencia, para poder recoger alimento, pronto se vio que podía servir para desplazarse y comerciar y así fue como, poco a poco, fue creciendo en eslora y se le fueron añadiendo remos, para poder así aumentar su potencia. Por ejemplo, en el siglo XVIII los grandes buques de la armada española estaban equipados de lanchas que estaban gobernadas por 44 hombres y que se utilizaban para suspender las anclas, hacer aguada y víveres, transportar gente y, en caso de guerra para realizar desembarcos. Así mismo tenían un falucho suspendido en la popa que podía llevar 31 hombres y que era el más utilizado por el comandante para sus desplazamientos a tierra o a otros buques. Aunque el máximo exponente de este tipo de botes fue el pentecóntero, un barco de guerra con 50 remeros y un timonel, que tomó parte en la guerra de Troya, en el siglo XIII a.C. y que perduró hasta la aparición de las trirremes en el siglo VII a.C.

Pero dejando de lado el uso militar, y centrándonos en el meramente deportivo, dentro de los monorremes englobaríamos tanto los botes de banco fijo - todos ellos herederos de actividades marítimas y pesqueras - como los de banco móvil.

Dentro del banco fijo tenemos:
Traineras: impulsada por trece remeros y un patrón, es típica del norte de España.
Trainerillas: con seis remeros y un patrón
Bateles: con cuatro remeros y un patrón o timonel.
Faluchos: con ocho remeros y un timonel, es típica del levante español.
Llaüt: con ocho remeros, es típica de Catalunya.
Jábegas: típica del litoral malagueño, aunque las antiguas disponían de 9, 11 y más remos, actualmente está propulsada por siete remeros y un patrón.

Y un sinfín de botes con distintos nombres, dependiendo de la zona geográfica, pero con una misma finalidad, la de transportar personas, ya sea para paseo, o ya sea para la pesca, como los canots - de uno o dos remeros, en punta o en cuple, a medio camino entre la canoa y el bote remo -, las bucetas, etc.

Dentro del banco móvil - una modalidad meramente deportiva surgida del anterior y como consecuencia de dos innovaciones: la primera acaecida en 1830 con el traslado del punto de apoyo del remo fuera del casco (sistema outrigger) y la segunda, el 1869, con la instalación de un asiento deslizante mecánico. Dependiendo del numero de remos que lleva el remero pueden ser: botes de scull, en que cada tripulante lleva dos remos, uno a cada lado de la embarcación, y botes de punta, en que cada remero lleva un solo remo. Entre los primeros tenemos:
el skiff (1): impulsado por un solo remero y con dos remos, uno a cada lado del bote
el doble scull (2): con dos remeros impulsándose con dos remos cada uno.
el cuatro scull (3): con cuatro remeros impulsándose con dos remos cada uno.

y entre los segundos:
el dos sin timonel (4): con dos remeros impulsándose con un remo cada uno (uno a babor y otro a estribor).
el dos con timonel (5): como el anterior, pero con la diferencia que hay un tercer remero que controla el timón.
el cuatro sin timonel (6): con cuatro remeros impulsándose con un remo cada uno (dos a babor y dos a estribor).
el dos con timonel (7): como el anterior, pero con la diferencia que hay un quinto remero que controla el timón.
el ocho con timonel (8): con ocho remeros impulsándose con un remo cada uno (cuatro a babor y cuatro a estribor), más un noveno que controla el timón.

a este grupo de los botes con banco móvil podríamos añadir los llamados yols de mar, las actuales yolas, pero que tienen la particularidad de tener los portantes sobre la borda (inrigger) y que pueden estar tripuladas por dos, cuatro o ocho remeros en punta, todas ellas con timonel (en esta tipo de embarcación los remeros no están sentados en línea sino en alternancia a ambos lados de la embarcación). En otros países existen variedades de las llamadas yoletas, que son de tipo outrigger, de uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y ocho tripulantes, estos dos últimos con timonel. También teníamos los canoes, de uno o dos tripulantes, con o sin timonel, y siempre en cuple.

Siguiendo con la historia de los botes de remo, poco a poco, a aquel bote propulsado por 50 remeros se le fue añadiendo peso en forma de un espolón en la proa, fuertemente reforzado, para poder abordar e hundir las naves enemigas. Pero este aumento de peso disminuyó la velocidad, lo que obligó a aumentar el número de remeros y con ello la eslora del bote, haciéndolo cada vez más ingobernable. Fue en ese momento cuando fenicios y griegos, en los albores del siglo VIII a.C., idearon mantener la eslora y colocar una segunda fila de remeros por encima de los otros, dando lugar a las birremes.

Pero aún así la eslora seguía siendo muy larga y es por este motivo que, al siglo siguiente, los corintios redujeron la eslora y añadieron una tercera fila de remos, dando lugar a las trirremes, una potente máquina de guerra que dominó el Mediterráneo hasta bien entrado el siglo IV, en que cedió el sitio a las liburnas, que gobernadas por filas de hasta seis remeros eran más ligeras y ágiles y con las que Augusto venció a Marco Antonio en la célebre batalla de Actium, ganándose así su preferencia en la armada romana en detrimento de las pesadas trirremes.

Aunque no por llevar muchas filas de remeros han sido las naves que más remeros han llevado, pues según las crónicas ésta fue una nave construida para Ptolomeo IV (que gobernó en Egipto de 221 a 203 a.C.), y que, a modo de un gran catamarán, juntaba dos galeras, dejando el espacio de unión entre ambas para transportar tropas y armamento, entre ello una catapulta diseñada por el propio Arquímedes, y que según la misma crónica llevaba 4.000 remeros y transportaba en total más de 7.250 hombres ...

Pero en fin, esto ya es otra historia.

Bookmark and Share